Signos, es la aclamada serie de 2015 protagonizada por Julio Chávez, con la participación de Claudia Fontán y Alberto Ajaka, emitida por El Trece. Los libros son de Leandro Calderone y Carolina Aguirre. La dirección corre por cuenta de Daniel Barone. Una historia que promete y un equipo técnico que le da más prestigio.
Antonio Cruz (Chávez) es un médico común y corriente que vive con su hermana Laura (Fontán) y sus dos sobrinos en San Rafael de los Penitentes, un pueblo tranquilo en el que nunca pasa demasiado. Es un hombre sereno, culto, inteligente y reservado pero también un colaborador entusiasta en la iglesia, un profesional activo en el hospital del pueblo, un padre para sus dos sobrinos, un compañero para su hermana divorciada, y un sostén para su esposa Mónica, que ha quedado muda luego de un ACV. Sus vecinos, además de pacientes, son sus amigos desde que son pequeños. Todos en Penitentes nacieron en ese hospital, fueron juntos al mismo colegio, se criaron felizmente en las calles de ese pueblo tranquilo.
Pero Antonio no está feliz. Finge demasiado. No es quien parece. Hace 46 años guarda un secreto que le quita la paz y el sueño. Un secreto que lo llena de odio, de resentimiento, de una furia filosa y contenida que esconde detrás de su sonrisa afable de médico de pueblo, y que hoy, al cumplir 56 años, lo lleva a sacudir la perfecta normalidad de Penitentes, tomando una decisión inesperada: en silencio, sin que nadie sospeche, el 2 de junio (día de los Penitentes), durante la fiesta del pueblo, Antonio decide matar. No a uno. No a todos. Sino a un vecino por cada signo del zodíaco. Y no a cualquier vecino, sino al peor. Al más retorcido géminis, al leo más vanidoso, al peor Aries de todos los Aries del pueblo.
Son su hermana Laura -una policía ama de casa algo sufrida y cariñosa- y su ex marido Pablo (Ajaka) -el fiscal del pueblo vecino- los encargados de investigar estos misteriosos crímenes que aterrorizan a los vecinos, que irán muriendo mes a mes, sin entender por qué. Antonio los odia en silencio desde hace tanto tiempo. Todos los vecinos involucrados con ese pasado tendrán que rendir cuentas ante Antonio y entender que pasó cuando eran chicos y por qué tienen que morir.
A medida que la investigación avanza y se suceden las muertes, Laura -incapaz de ver en su hermano al asesino que tanto busca- y Pablo -el fiscal que en silencio lo odia por haberlo separado de su familia- irán revisando el pasado, un pasado lleno de secretos que ellos olvidaron pero que Antonio recuerda obsesivamente desde que tiene 10 años: un crimen hace más de cuarenta años; un montón de vecinos que callaron; un culpable impensado y el plan más retorcido para hacerlos escarmentar son algunos de los elementos que irán descubriendo, tratando de armar la historia de ese asesino que no piensa parar hasta completar la rueda zodiacal.
¿Pero es el pasado tal como Antonio recuerda o como lo recuerdan ellos? ¿Es Antonio una víctima de un pueblo de cobardes o un psicópata obsesionado con un pasado que acomodó a su medida para poder matar?
Mientras entienden, los tres irán poniendo al desnudo los complicados ribetes de sus relaciones. Pablo, que solo quiere recuperar a su familia. Laura, que no puede decidir entre el amor de su marido y la protección de su hermano. Y Antonio, que perdió todo cuando era chico y que ha decidido que nadie más le va a quitar lo que le pertenece. Ni a su mujer. Ni a Laura. Ni a sus sobrinos. Ni nada más.
A medida que pase el tiempo, Laura no será la única que descubrirá un pasado y un hermano que no conoce. Antonio también se enfrentará con las trampas de su propia memoria, que quizás no es tan precisa como él cree. Los dos deberán enfrentarse con una verdad profunda y borrosa que vive en ese pasado, que ambos se empeñan en olvidar.
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